Del timbre de mis ojos;
de la luz de mi voz,
dejo salir el alma,
para darle forma
al giro del mundo;
al rostro de la felicidad
y que la sinopsis vencida
no calle mi intervención…
Sólo de tu tesitura verbal
y su temática
romántica,
indeleble,
concebida en los suburbios del silencio,
escondite itinerante
de tu extremo a extremo,
puedo extraer las claves inherentes
de lo inexplorado…
Me acerco, sin temor a, tu perímetro
y sondeamos
el vinculo irretratable;
la magia,
inyectándose en la oscuridad
de lo que somos…
Ese no saber lo próximo;
la nueva realidad de moldear mi sentir,
dejándome la piel en tus labios,
llave santa
que abre mi jardín,
acelerando la floración
y el vuelo plateado de mis colibríes…
Me muevo para atrapar el aire
de tu vibración
que se relame mi dinamismo;
coleccionista de toda ficción,
hundes mi barro en tu siempre
acostumbrado a complacerme,
insumiso,
alardeando la extinción…
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