Moradora de la Luz

Apoderándome del gusto
de sacudirse los colores, a la intemperie,
me fundo al toque neutrónico,
alarmante,
de tu lengua…

Y te sabes parte de mis sombras elásticas,
porque dibujas directrices
que legitiman,
altamente,
lo que destroza tu hambre de conquista,
cuando incremento,
por tu causa,
el poder irresistible de mi fuego
y pongo a deslizar, de nuevo,
mi noche entre tus manos
y surjo,
como verbo abrasador,
volcánico…

Recompones el entusiasmo
sin querer salirte de mis ojos;
vas inyectando energía,
diluviando en mi sangre,
cuando tu acento,
interminablemente,
se estrella en mi boca
y sigue moviéndose
al compás de mi silencio
que se toma de mi alma,
como fuente de girasoles,
desenrollando el instinto
en su peregrinar de arco…

Resueltos a enloquecer la ciudad digital
con los malabares asignados
a esta aventura en suspensión
que ignora el entredicho,
incorporamos el vértigo de todo indicio
para hacernos merecedores
de las arcas de la satisfacción…