La piel en posición de disfrute,
sin límite, te admira
y, empapada en consonancias,
se derrite…
Esculpes
con la lengua,
melodías llamativas
que atraviesan la noche
que nos ata
a su juego rotatorio;
al pozo de los sueños
que nos sueña,
eternamente,
en sus tejidos de agua…
Y esparce poesía tu alma
para hacer aullar a la muerte
con este olvido que traigo a cuestas;
con el fuego naciente
que anido a golpe de sinergia…
Tal descalabro
nos permite ser eternos,
inextinguibles,
como ráfaga humeante de destrezas
que se conservan, a la par;
figura estacional;
lindante suspiro de arena
que va a empapelarme de tu impulso…
El cosmos se transfigura
con tu tamiz metafórico,
enarbolando un nuevo triunfo;
combando las orillas,
cuando se aparean tu agua y mi espuma,
perpetuándonos en un genuino
estallido de gozo…
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