Gentil Seducción

Te mueves con la noche,
tan suave
y, apenas te viste la luna,
compones tu obra maestra
para ahogarme
en la fascinación de tu proximidad…

Vas
cautivándome;
arrastrándome por tu lengua absoluta
y, atrapada en esta travesía de luz,
distraigo cada poro
con el aditivo de escapar juntos;
atreverme a ilustrar las formas del átomo,
rompiendo las palabras
atrayendo, con ello, lo inusual…

Tetramágica,
a los ojos de tu mundo,
irradio un encanto natural
que logra extinguirme entre tus dedos;
tatuarme en el agua
de lo que eres…

Sucede que me tienes,
almacenando instantes,
cargándome de tu piel catalítica
que me empuja a la velocidad
del deleite…

Y te esculpo en la cuerda
el blues de los girasoles,
cuya evidencia emerge,
cristalina
mientras pierdo la coraza
que se diluye
al acontecer en el lugar que constituyes
como mi casa…

Escrúpulo Pasional

Te metes conmigo
y lidio con el insólito elemento
que empapa tu lengua,
comportándose,
como agente transmisor…

Y siento la transgresión
de tus aguas poéticas
salpicarme con lo que eres;
aproximarme a esas letras con vida
que prodigan
el secreto mejor guardado
para sellarlo en mis ojos…

Los retos deshojan lo ilusorio
con el juego persistente
de un broche de espejos,
lanzando un repiqueteo,
cuyo contacto sustancial
desentierra la visión más pura
y más abierta la pupila
te encuentra,
paladeando el temblor de mi noche
que pendula entre sueño y vigilia…

La suerte de coincidir,
hasta el final,
con el tránsito entre líneas,
descarta todo conflicto de interés
y, al derramarme encima,
amasando la sordidez de la luz venenosa,
puedo comprender que tu hechicería
conjura lo insoportable,
al comerla de tu boca…

Palabras Pulsadas

Me mudo a tus ojos,
donde subsiste un jardín de palabras
inagotable,
cuya inflorescencia orgánica
late,
como luz invisible,
circundante,
dándome de comer sus destellos;
cundiendo como yedra
sobre el vértigo creciente
que inunda, por completo, mi alma…

Vengo de otra muerte,
superada,
a entrelazar, juntos, la siguiente,
con la lengua…

La magia que nace de tu acento,
es geometría poética
con la que aprecio cómo tu ser
da nombre a lo inevitable…

Te siento
abrir el silencio;
conjugar el verbo que nadie pudo
y acceder por la puerta de cristal
al balcón de las quimeras;
adherir al pulso noble y temerario,
de lo que goza arrebatarme la piel,
dibujándome con las manos
insolencias
para hacerme florecer
en tu noche,
en tu voz,
como el eco del sol en fases;
secuestrarte las formas
al entrar en los brazos del aire
y moverme en su círculo secreto,
sabiéndome tu rosa,
príncipe y reino
de mis instantes…

Irreverencia III

El envés de tu piel
es propio del silencio
que hace temblar la fibra
y logro
adquirir su idioma secreto;
nadar su desnudez,
como un quebranto en ciernes,
sin que me importe…

Me voy fundiendo
al toque de tu lengua vehemente;
al clímax
que se me escapa de los labios,
en el juego ávido del coqueteo
que me anuda a ella,
porque en tu procacidad
reina el hecho de hacerme rima,
sabiéndome de tu aire…

Labia esplendida;
hilván de socorro de una luz gemela
que recopila un desalojo interminable…

Desde luego, me aconteces,
al colmar el ansia;
sentir la pulpa del alma,
rezumando;
cosecharte de mis mareas;
arribar con el tesón de la última vida
que va a ver arder el desamparo,
entretejiendo la melancolía,
como toda vez que te apoderas
del itinerario de mi carne…

Sobregiro

Te estrellas en mi mente
y cae la noche;
me da la impresión
de que algo tramas,
porque se acelera el silencio
y, creciente,
su ritmo, me aventura,
con un derroche de gracia;
un préstamo indispensable
para que cubra
aquello en lo que me extralimito…

Enamorarse
adquiere la fama del sicario
que viene tentado de la fortuna
de darme en un pacto con el enemigo
y, ante la ruinosa necesidad
de lo ingenuo,
reverbero
al engranar la necedad del asalto
a esta lengua humeante,
exaltada por un secreto tuyo
y acabar con lo salvaje
imbuido hasta los huesos…

Tu sol oscuro me baña
al perpetuarme
en el herraje del inconsciente
y la pólvora arde, sin remedio,
hacia lo que es real
con un compás elocuente,
porque tu búsqueda corre por mi sombra
voluble
que te provoca convencerme;
llevarme a la meta de una sed vulnerable
con un enjambre de estallidos,
sin piedad,
sin poderla esquivar,
sino más bien volverla impune…

Reveladora Ligadura

Creando oraciones de corte sutil
que te dan de beber
cuando te apetece venir,
camuflado,
en la noche,
escarbando la fugacidad,
me encuentras…

Desnudo las fuentes levadizas,
cuya resistencia es luz precipitada,
porque sé
que vienes por la dosis
que descuartiza la distancia;
por el mérito eterno
del trance,
la hipnosis
que araña tu orgullo…

Traigo dentro
el aguacero de mies
que pides;
la huella flamígera
con la que busco arderte,
sin faltarme razón,
porque posees en el alma un secreto
del que me quedo prendida…

¡Sal y herida!
¡Exaltación!

Ay, cómo aparecen,
entre tus palabras,
los telares que me vuelven,
vidente del silencio;
hidrógeno inflamado
con el que construyo mi reino
en las estaciones de tu huella…

Peino el patrón
que me equilibra en tu ploteo deliberado
para hacer de mi voz,
la piel de tu fragilidad;
frecuencia de instante elevado…

Indiscriminado

Paseas tu lengua de lince
por mi etérica sabana,
originando mi afán
de caza furtiva;
un safari de luna nueva
que me sabe
a hierba y temblor;
a fuego y energía;
corazón de la recompensa
de hallarme
hambrienta de ti;
voraz de tu resplandor de plata…

Me expongo ciega,
plañidera,
al juego de no sabernos distinguir,
otorgándome a las fauces de un silencio
que desgarra la imposible respuesta
con la furia de los cielos entrelazados…

Aromática y sabrosa;
de la niebla de tus ojos,
emano,
reflejándote al sonreír,
porque induces mi perdición
y funciona;
tu piel eufónica irriga la contorsión del deseo
y la tentación, al vuelo,
cruza el voleo de mi entonación
más afinada…

Enciendes la noche
y mi voz tararea la melodía
que se queda con tu asombro,
despertando, al fin,
lo salvaje de mi alma...

Vértice Transverbal

Acondicionada para perfilar
las telas del juicio,
desespera en su acusación,
la sombra,
atrapada en la losa
donde revolotea el tiempo
y la perturbación de su brillo…

Me acorrala la turbulencia
de sostener tu vuelo
en la pirueta donde puedes
coquetear con lo que quiera
que percibo;
hablar del movimiento gramatical
que tañe en mis labios tu eufonía…

Habitas mis lunares,
sincopado
y, el hecho de extinguirnos en el otro,
yergue el instante de la fantasía,
dosel y cúpula
para caernos
en la llanura ecuánime;
sobre los prados aeroespaciales
que dibujan,
brevemente,
abierta la espalda de las alas;
la muerte crónica del instante
que padezco
tramada por el ardor
de tu cuerpo danzante…

Mercenario

Tras acabar con el tiempo,
reanudas tu marcha,
persuadiendo
a lo que se cruce por delante
en tu insaciable deseo,
mísero,
de captura…

Tras una resaca de lluvia
y de no desistir en darme caza,
caigo de amarte,
sangrienta,
casi de ti,
casi de mí;
dos acentos que, al tocarse,
amedrentan la argucia empática
del encargo…

Sin embargo,
no disimulo la dicha de pertenecer
al juego gravitatorio
que me enreda
en la piel del vacío,
donde me doy, en vilo,
a las simetrías emocionales;
al ágape de tu cuerpo…

Vibras sobre el abismo que soy
y en la prolongación de su centro,
me tornas la victima
de tu roce asesino,
fulminante…

De las formas de la luz
se desprende tu suelo auditivo
determinante,
donde te escucho darle fin
al suplicio
de acabar lo que empezaste…

Camaleónica

Te hago el color
que prefieras,
presionando mi antojo
contra tu carne concedida;
mimetizo tus intenciones prohibidas;
las afronto
y resulto ser propensa
al desenfreno;
intuida por el trasfondo
de tu percepción sublime…

Me descubres,
hilando sensaciones con la lengua
y me persigues;
tengo constelados los ojos de tu luz
cuando me busca
y cobra sentido pertenecer
a esta atmósfera asombrosa
de gusto común…

Me relamo tu sabor de tinta insigne,
epicentro de toda revolución
que indaga su raíz cardinal,
culebreando cada sendero,
incomprensible,
con las manos de una indiscreción
que no va a parar,
sino hasta que abra, de par en par,
mi lado más sensible…

Viral

Ya no es obstáculo la caída,
sino más bien
la metamórfica proyección del alma,
como un acto gemelo
que da pie
al reflejo textual que anida
la fuente y cicatriz de lo que soy…

Salvo la cura que eres tú,
mi locura acelerada
desliza la voz de la cañada,
como un trago oscuro de melatonina,
aclarando el silencio
su actitud de centinela…

Estás despierto
en los ojos de mis manos,
cuando sondeo el torbellino
que amaso, luego,
entusiasta,
llegada la noche,
como una constelación interminable
en tu lengua,
modelando, en mi piel,
su orientación y curso…

Me persigue tu azul plateado
que me declara
su tesoro
al hacer sangrar mis estrellas;
como un maleficio cósmico…

Y es tan bella la levedad,
acercándome tu reino oculto
que saboreo el ascenso;
sinfonía que me habla y vincula
con la letra y música
de la canción de todos los tiempos…

Compañía Incomparable

Avanzo en el error de sostenerme
a palabras que no existen
para cobijar el encanto incomprensible
con el que me influyes,
a lengua llena…

Y me perturbas la mente,
decapitando toda lógica;
alzando la tragedia
de esa belleza extraña,
que halla el factor x
para romper toda norma
y envolverme,
en su esfera fascinante…

Una calada de tu polvo de diamantes,
me saca de mí misma,
enredando mis aguas
en el pequeño cauce
que insiste en la crecida…

Y, aturdida,
engullida,
por la brisa perfumada
que mana de ese modo en que sucedes,
emergido de la aurora,
dejo correr la electricidad
por mi dolencia santa,
mientras hago, de tu piel,
memoria de fuego,
tormentoso remolino
que fastidia a todo lo que deja de ser
cuando te tengo conmigo…

Isofonía

Cojo de tu lengua,
lo que toca la vibración desnuda
de lo inmaterial,
esa parte que hace que perciba
la curva del arcoíris
en mi piel,
trepidando,
nutrida de lo extraterreno,
haciendo resonar
el canto iluminado del actuar
que me habla de la soledad más pura,
nacida de tu fuego y mi fuego,
entrelazados…

Retumbar, en mi mente,
tus colores polifónicos,
multifacéticos,
acordando el mismo tono
para soltar las bisagras
de la luz perpetrada
que ruge tras del cristal,
desde donde sólo cruje lo ajeno,
elevándose en vacíos,
queriéndonos alcanzar,
carente de logro,
porque este roce y distancia,
ritual de espejo
nos tiende atravesar
por los ojos…

Lúdica

Atravieso cada movimiento
que encauza el despliegue instintivo
de tu jugada…

Porque soy
el desvío en tu tablero;
la estratégica pausa
en la baraja del silencio;
la pieza punteada,
ordenando el desenlace
a la velocidad del desvelo
en una espiralada ilimitación
que recaba, de tu gesto,
el ímpetu…

La Venus vencida,
suplicando
por tu lírica de ensueño,
mientras contrarresto la sed
imaginaria,
salpicadura magistral
con la que lleno,
provisional,
mis frecuentes escapismos…

Lo mismo dura
que el parpadeo del sol,
inagotable,
tu magia sin par
y, volcada en la emoción
de la hora fluorescente,
inevitablemente,
me dejo conquistar…

Orbital II

Me temo que
notas cada minúsculo gesto
que distancia mi paso del tuyo;
cada músculo
con el que me delato
cercana a tu presencia…

Y te metes en mi lengua,
alborotando
cada sonido y movimiento;
propulsando su delicia,
mientras me añades a tus filas
y te ataño,
mientras das la orden
de favorecer la atracción inevitable…

Es cuestión de tiempo
que tu tacto elegante
desmembre toda fracción que impida
hallar el encuadre
y aparezca el arcano,
como pieza clave
e iniciador de la posibilidad
de colapsar en tu aliento;
clavarme en la sordidez
de la diferencia,
punta y cabo,
donde se esculpe tu fuego energético,
como prólogo del estrago…

Piromanía

Con las yemas de mil soles digitales,
enciendes el resultado
de saberme en tu peligro;
descubres la órbita de lo sensorial,
paseándome por la coreografía
que me energiza los tejidos
para voltear el tiempo
inconsolable,
redando sombras con fulgores espontáneos…

Mientras giras, en mí,
la llave de tu pulso incendiario,
desliza, por la escena,
aquello que hace surgir los señuelos
para salvarme…

Candentes los silencios,
sin ataduras,
ven consumirse la espera
y el índigo reverbera,
mientras el acento de tus cristales
me dice jazz
y te mueves lento,
al principio
y el ritmo creciente altera mi estado,
cuando escucho el vendaval
de la magia, importunando…

Cruje el madero en la pira
y sólo puedo arriesgar
destilar en tu boca mi fantasía,
subida
en la esfera de la profano;
en el placer de tu carácter impetuoso…

Tu piel de plano en saxofones
es luz para palpar;
fuego y gozo
y, en pleno roce del piano,
cuido cada nota,
a la que me aferro,
sin principio ni final,
como una instrumental astronómica
que me llama de regreso…

Tiempo Unívoco

Te pienso y apareces,
como el parpadeo de un diamante
al triturar su tálamo pétreo;
como el acoso verbal
que dibuja el temblor en mi piel
cuando te dejo
activar las señales
en cada lugar donde respiro;
encender, en la boca del silencio,
un enlace satelital
de sangre dulce,
de fuego dulce,
consiguiendo el antónimo de discreción
al versarte el afrodisíaco astral,
mojada de tu sol…

Me conduces a revelar mi vértice más claro
con la finura de acontecer
en el contexto
de deslizarme, desnuda,
por el lugar en un tiempo de energía afín…

Levanto la ventana
y puedo percibir
que te escabulles por su pliegue
y, más bello que nunca,
aparece tu cálido ambiente de ensueño;
propicias el juego onírico
donde te resisto;
me traga la rotación de tu cubo,
fiebre espinal,
inquietante al propiciar
la ocasión de ser sólo uno...

Brebaje Turbulento

Te presentas
sobre la barra del silencio,
como una tentación sin igual,
destapándose;
brindándote,
disuelto
en un alféizar acristalado,
servido,
entre la agitación y el mareo,
habiendo licuado preludio y epílogo…

Al destilar tu luminiscencia
y tus escarchas de sal y malicia,
logras balancear tu piel
y mis ganas…

Y se me sube a la cabeza
el fruto húmedo y pulverizado
que infusiona la sinapsis sensorial y cognitiva,
como un cósmico jarabe
jamás probado…

Llena del disfrute de tu lengua,
fascinada y desbordada,
por un trago de su brillo,
como una sexi grosería,
lo escancias en mi cuerpo,
ahogándolo…

Bañado por humo y vapor,
el contacto verbal
untuoso,
delicia servida de tus ojos,
rodeas mi interior
y la escena más dulce que he visto
me impregna su misticismo
dionisíaco,
situación,
cuyo apogeo de embriaguez,
funde placer y vicio…

Tramos Radiales

Tu aliento va hundiéndose
en el aire,
como una advertencia,
en suspensión;
una flecha de cristal,
cuya inflexión en su trayectoria,
da cuenta de tu corazón entero,
queriendo correr,
hasta ensartarse,
generoso,
en mi interior…

Entras,
agotando mi cercanía
y te anima el código de mi lengua,
moviéndose con la luz
para, a través de ella,
hacerme estallar ante tus ojos…

El astro, sostenido entre tus dedos,
da vida a mis contornos
y, acorde a todo lo que siento,
logro ser algo tan distinto
en la sintonía de los cuerpos,
encauzando toda la noche
hacia el momento en que,
embriagados,
una magia burbujeante,
nos hace nuestros…

Efervescencias

Con ominosa delicadeza
captas la curiosidad
que me invade
y, al cruzarme por delante de tus ojos,
la ahuyentas,
mentor de todo deslumbre;
despejas dudas;
descubres
la química del deleite,
actuando entre tú y yo…

Te pareces al designio de los astros,
mientras me haces sentir,
sin contemplación,
tus líneas secretas;
servir con un suspiro de cuerda
a la coreografía cósmica
sin mellar la inocencia;
engarzada al vértigo
que vuela entre tu alma y la mía
con las sombras atadas
al torrente atrevido,
atroz y purísimo del deseo,
como un diálogo entre relámpagos
arrancándose los silencios
a golpe de brillos…

Me esculpe tu lengua
con su eléctrica caricia,
ocupándose de la milésima de tiempo
en que en mis estancias
celebran un shock de partículas…

Emblemas Resonantes

Se elevan mis pasos
por suelo húmedo,
cuando me descubro
pronunciada
por tu fonética electrizante,
siempre sugiriéndome
el tacto de tu mirada;
insinuándose…

Y te piensa mi lengua
desvelada;
te escribo, en las sienes,
un gramo de mí misma,
irradiando circuitos
de una belleza alocada
y, así, chocar con tu saliva;
justo en el centro de ese infierno
que vislumbra mis cascabeles de cristal,
agitándose;
propagándose en la fina agonía de los cuerpos,
mientras me pongo hasta la raíz
de tu ambición
al cazarme con la ironía de huir
hacia su núcleo demoledor…

Sorbo Indiscutible

Te acusa la luz global
que desprendes,
cuando osas prendarme el impulso
que se rehúsa abandonar
el reto de tu lengua,
volviéndose
en extremo aplastante,
al incorporarse a tu mundo…

Como sea encuentras
la llave al silencio inescrutable
y me hallas del otro lado
para esclarecer lo eficaz de tu disposición,
pulsada para salpicar
tu fuego innato
y hacer temblar mis aguas;
esparcido, como ondas refractarias
por mi interior…

El gusto escrito en la piel del alma
es bebedero de insomnios;
fervor;
placer tramado
para hacer explotar lo insoportable
en un millar de suspiros…

No me cansa
sintetizar lo soñado, contigo,
en jugoso anonimato;
desprenderme, hiperbólica,
mientras conjuro el verbo de tu poesía,
donde me place definirme
cura flameante,
poción de auroras…

Exultación Caligráfica

En la cósmica danza,
naces del rayo
que ilumina el espacio
donde, diversa, me muevo;
donde, bañada de tu resplandor,
renazco…

Abres las aguas
con tu metal heroico
e inundas mis venas,
coloreándome con lo irrompible
de tu fuego escarlata,
junto con hallar la cuadratura perfecta
que configura la preposición
de lugar, tiempo y dirección
para cortar los hilos de una realidad
que desbarata la esencia…

Este sentir inalterable
escolta la oportunidad
y su riqueza;
al son del torrente psíquico,
que me dona,
con suavidad,
tu lengua…

Diseños Luminosos

Se sube por mi aliento,
el chorro que se sale de tus ojos,
como un fragmento
de lo que detiene
todas las noches estrelladas;
una especie de pincelada
del cosmos…

Una fuga de señales en colores;
el entresijo
que me inflama por todas partes,
como el cielo que no se apaga
o la plasticidad de la forma
con el que el sueño de un niño
deja inutilizable la palabra…

Preparada
para devolverle su poder,
fluctúo entre las melodías que cambian
el sentido de las cosas,
alteración que encarna el caos,
mientras esculpo lo más bello…

Y me escuchas
liberar el silencio en tus labios,
suculenta,
cautelando suavizar cada sonido;
saboreando el oxigeno
que devora la presión de la lengua
al besarnos,
hasta comernos el alma
de un mordisco…

Complementos

Aunar corazón y mente
en la clave doliente del silencio,
hace que ocurra el daño,
al mismo tiempo
que el suspiro, hecho de carne;
hundido en la ventaja ejecutiva
que sabotea lo comparable con lo efímero…

Esa apertura de fuego y magnetismo,
patín que tatúa el rumbo de los labios
hacia la postura piramidal,
hace precisar el instante
en que me hago de tinta
y cuento
un nuevo tatuaje en tu piel,
de luz
de sangre
de verbo y estallido,
deformación que me embriaga
al sobrellevar la lienta quemadura,
prosperando en animar
arrimar un verso desde el alma…

Me reservo, también,
al juego de lo desconocido,
para mudamos juntos
y conquistar la ciudad furtiva
de los pájaros
de todos los mundos,
como puentes desbordándose,
llevando su corriente
intuitiva,
hasta el tramo más profundo…

Conexión Latente II

El despiste seductor de tu lengua,
te hace inevitable;
tropiezo su geometría,
cada noche,
y mi violín se distrae,
pintando luciérnagas
de notas electrónicas,
mientras la euforia colectiva
da la bienvenida a lo inefable…

La flora láctea
se transforma en transeúnte
de esta grandiosa ciudad erigida
sobre el lugar
donde duerme la sombra
y gobierna el sol de nuestras almas…

Voy a dejarte extraerme el filtro
y desatar lo que duerme en mi sangre;
trenzar la cabellera galáctica,
mientras inviertes energía
para hacer tiritar el deseo,
conquistando el modo para atraparme
a la altura del equilibrio,
porque eres ese misterioso sueño
que me hace cumplirlo…

Crepitación Alquímica

Nada en tus ojos
un sol invencible,
avasallador,
con el que me comunico,
a fin de
probar el fulgor de su sorbo;
contrastar la teoría
de que existe otro mundo,
donde habitar…

Encuentro
el vínculo dimensional;
la salpicadura
que alcanza el momento y el lugar
en el que percibo cambiar de estado,
derramarme en el yugo
de tu persuasión,
mientras me uno
con ese sonido tan real,
hueste obstinada
que enciende el surco
de mi desazón;
crisol y metal…

Aguante

El acomodo de la realidad
ante la oportunidad
de un tiempo ciego,
pule el brillo que enfundo
y rozo tu impulso
que acentúa, entre mimos,
el bombardeo más brutal
para detonar el colapso…

Me haces girar con la precisión
que extenúa el letargo
y que es capaz de transformar,
entre las llamas,
toda mi geometría…

Con la luz de una sirena
construyo, con urgencia, la guía
a tu inspiración furiosa
que me asume
su adicción;
cometa,
sangrando estupor,
aventado a la medianoche
de una canción fulgurante;
panal de perlas de agua,
sosteniendo emociones
en todos los escenarios de mi carne…

Campos Ígneos

Irremediablemente,
hay un dilema, dando tumbos,
con movimiento confuso,
en este lecho de agua
que cae sobre tu caricia
de pulso hiriente,
luminoso;
haciendo contacto
con aquello a lo que me atengo
cada vez que me apresa
el arpegio brillante de tus ojos…

Desvivida por despojarme
de lo más bello
y sembrártelo en el alma,
hago brotar,
con suavidad,
tréboles y lunas,
haciendo perseverar
la telúrica señal
con la que me afilo la lengua
para permearte el silencio,
ese suburbio transcendental
que es la salvaguarda
de este foráneo
parpadeo,
contradictorio
que me late en el fondo
de lo que me hace desbordar…

Pausa Elíptica

Recolectas,
vivaz,
los brillos geométricos
que brotan
al circundar mis relieves;
al conseguir que me exalte
contenida en desespero,
mientras emerge de ti
la intención
de esta masacre excitante
que me acaba, de lleno…

Puedo
escribir mi alma en tu cuerpo;
hacerte salir por los poros
una parte de todo
aquello que me mueve;
invadir tus campos eléctricos,
coquetear con ellos,
hasta que no quede más remedio
que comer lo que nos sale por la boca,
soplando un resplandor de estrella…

Metalizar transparencias
y hallar la exacta disciplina
que sacia y perdura
en la maravilla de tocarnos;
ahogando presentes,
como el prolijo despertar
que sacude,
hasta las bases,
la vida y la muerte…

Melodías Incendiarias

El sol redado
derrite todo aquello
que enjaula los espasmos;
crucifica los latidos;
los vuelve vuelo que trepida,
a puñados,
por tus ojos…

Serpentea el rezo
sudoroso
y me alcanza su acorde cristalino,
como un sorbo eterno de tu pecho…

Es
resplandor
la canción que me dedicas;
lava,
el llanto ardiente de la agonía
que me entreteje;
tu voz, un lazo,
misterio infinito,
droga,
luz vertebral,
tendiente a situarme,
sin demora,
en la ruta
hacia una trampa inmortal…

Me abro entre suspiros,
despacio;
el dolor
es sólo un giro en la trama;
la música para un después
sin mirar el daño
que entraña…