El despiste seductor de tu lengua,
te hace inevitable;
tropiezo su geometría,
cada noche,
y mi violín se distrae,
pintando luciérnagas
de notas electrónicas,
mientras la euforia colectiva
da la bienvenida a lo inefable…
La flora láctea
se transforma en transeúnte
de esta grandiosa ciudad erigida
sobre el lugar
donde duerme la sombra
y gobierna el sol de nuestras almas…
Voy a dejarte extraerme el filtro
y desatar lo que duerme en mi sangre;
trenzar la cabellera galáctica,
mientras inviertes energía
para hacer tiritar el deseo,
conquistando el modo para atraparme
a la altura del equilibrio,
porque eres ese misterioso sueño
que me hace cumplirlo…
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