Creando oraciones de corte sutil
que te dan de beber
cuando te apetece venir,
camuflado,
en la noche,
escarbando la fugacidad,
me encuentras…
Desnudo las fuentes levadizas,
cuya resistencia es luz precipitada,
porque sé
que vienes por la dosis
que descuartiza la distancia;
por el mérito eterno
del trance,
la hipnosis
que araña tu orgullo…
Traigo dentro
el aguacero de mies
que pides;
la huella flamígera
con la que busco arderte,
sin faltarme razón,
porque posees en el alma un secreto
del que me quedo prendida…
¡Sal y herida!
¡Exaltación!
Ay, cómo aparecen,
entre tus palabras,
los telares que me vuelven,
vidente del silencio;
hidrógeno inflamado
con el que construyo mi reino
en las estaciones de tu huella…
Peino el patrón
que me equilibra en tu ploteo deliberado
para hacer de mi voz,
la piel de tu fragilidad;
frecuencia de instante elevado…
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