Mercenario

Tras acabar con el tiempo,
reanudas tu marcha,
persuadiendo
a lo que se cruce por delante
en tu insaciable deseo,
mísero,
de captura…

Tras una resaca de lluvia
y de no desistir en darme caza,
caigo de amarte,
sangrienta,
casi de ti,
casi de mí;
dos acentos que, al tocarse,
amedrentan la argucia empática
del encargo…

Sin embargo,
no disimulo la dicha de pertenecer
al juego gravitatorio
que me enreda
en la piel del vacío,
donde me doy, en vilo,
a las simetrías emocionales;
al ágape de tu cuerpo…

Vibras sobre el abismo que soy
y en la prolongación de su centro,
me tornas la victima
de tu roce asesino,
fulminante…

De las formas de la luz
se desprende tu suelo auditivo
determinante,
donde te escucho darle fin
al suplicio
de acabar lo que empezaste…