Adviertes, talentoso,
apenas de la piel,
apenas del agua,
su vértigo y colapso;
dilucidas que el brillo que sacas de mi alma,
te alude con las prestaciones
que deambulan la envoltura
de tu insurgencia…
Y exploro el vicio de su roce,
cuando vengo con las ganas,
hormigueando
y el borde saborea la conmoción,
deseosa de reunirte
con mis pretensiones más osadas…
Serpiente,
crisálida,
mudando;
mutando en fracciones atómicas,
concluyo en tu corriente,
renovada;
relevo,
secuela,
empirismo…
Esa voz llena de tus ojos,
encharcada en tu proverbio divino,
rutila una genialidad
que rasga el tiempo,
craquelando el escombro;
que ve desfilar, presurosa,
tu lengua
de viento resplandeciente,
sentenciando, tan presente,
el presente conectivo
que nos convoca…
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