Ambrosíaco

Escucho la melodía alcalina de tus mariposas
en su revoloteo por mis jardines
y, despierta,
aireando la saliva,
con la excusa perfecta
para el derrumbe de mis vestigios,
me hago tan tuya
que
siento el firme aullido de la pureza,
ejecutándose,
como obra de tu maestría…

Dominas el arte de amamantar
mis palabras,
maníaco de la belleza
y, al frotarme en tu lengua,
me vuelvo de plata;
obtengo tu genio apersonado
en la estancia que imagino,
elaborando las acrobacias
para volar más alto
de lo que sueñas…

Haces hablar a mi cuerda;
me tienes
tendida en las telas del asombro;
escrita en la página
que ilustra esta locura ferviente
con un titulo de gloria…

Me disparas tu eco fotónico
y, hundida,
en los humos del sentimiento;
entre tu piel y mi derrota,
asalto la noche
con garfio y alfileres,
posada en tus mareas dulces;
latiendo confidencias de simpatía;
poniendo entre tus manos mi corazón rebelde…