Lengua Maestra

Me estás leyendo demasiado,
se están amoldando mis palabras
al compás del aroma púrpura de tu sonido;
mis poemas,
ya brotan de tus aguas,
como flor encantada
y escucho,
en lo alto,
cómo se balancean los crujidos
que guarda tu silencio
por lo mucho que me piensas,
como la danza del bambú
inconsolable
bajo la acechanza del viento…

El color numeral,
casi extinto,
se confiesa panal incendiado por tu lengua,
cuyas celdas van perdiendo una arista,
sin contar que,
sin aliento,
en su cambio de forma,
se deforma la luz extrema
que, en su caída,
descubre el piquete de tu nombre…

Vándalo de mi saliva,
estás exprimiendo mis alforjas
que conservan la escena lasciva de la noche,
con ese juego inventivo
que siempre logra alcanzar
la cima del incendio,
la ventana al infinito…