Capaz de sostener lo inesperado,
puedo
moverme dentro de tu boca;
acceder al lado oscuro
de tus ojos,
ahogando cada detalle
que notas en íntima sintonía con tu mente…
Me consientes,
al calor del ropaje convulso
que desnuda la psicopatía
que te autoriza
para transitar mis portales cósmicos…
Y palpito con la intensidad desbordada,
como fuego, levitando,
hasta que el látigo electrizante,
me sitúa en la tempestad
con la que te la pasas,
acorralando mi lengua…
Las soluciones y respuestas
dejan de darse
para sustraer, de las palabras,
el desplante de tu personalidad…
Me tienes,
nadando la niebla audaz
que soplas sobre mi rostro,
en sí, una aventura
demasiado inexplicable,
con la que ansías maravillar
a mi instinto explorador,
desde que sacaste la foto
a la explosión en mi pecho
que me convierte,
a la velocidad de la energía,
en tu propósito mayor…
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