Esa luz floreciente,
brotada del instante
que ajusta la resolución adecuada
entre tú y yo,
viene ejerciendo impresión
al transcurrir en la escena,
como testamento del desastre…
Y se nos viene encima,
con el mundo,
todo el amor que nos damos;
el coraje de sentir, nos increpa,
arrasando este deseo precoz
de amalgamar
las almas;
las lenguas
y redecorar sus jardines vocales,
escarbando locaciones
que magnifiquen su raíz ardiente…
Las paredes burbujean;
ocasionan el desplome del otrora impedimento
y, ante cualquier imposibilidad,
te vinculas,
haciendo que brille
un juego pletórico de tácticas
que llevan a cabo el atentado al silencio,
desbarrancándose la inútil resistencia al daño
y permanecer intacto con ello…
Te me inculcas,
a contracorriente
y convivo con tu desacato;
incubo en tu mirar directo,
la ruta del impacto,
cuyo copioso instrumental
me inflama de sus colores,
sabiéndome tendida
bajo el vendaval
de tus líricas improvisaciones…
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