El tiempo es,
conmigo,
leyenda y premonición;
invocación de un preludio,
cuya precocidad coquetea
con el rumor que escucho,
previo a lo que aún no sucedió;
interludio,
cuyo resquicio acelera
la disolución del momento…
Sus reliquias me vuelven
cercana o distante
del desgarro del espejo;
hecatombe ambulante,
balbuceando su delirio de desvanecimiento,
al borde del escape
de su total destrucción…
Me disipo antes de llegar a descifrar
el enigma de su paso
y es tan bueno remitirme
a lo revelado;
la conmoción de la ilusión
de tocar lo, casi, tocado…
No hay comentarios:
Publicar un comentario