Alentador

Tengo que confesar que,
a partir del instante en que detecto
que te aproximas,
me apronto a ser epicentro de tus desvaríos,
dejando destilar mi néctar
para que te lo bebas y ruja el iris liberado,
emitiendo relámpagos en su despertar infinito,
mientras la verdad nada en tu lengua
y egreso del tiempo verbal
que me define tu futuro
y colarme en el desván de tu silencio,
haciendo precipitar el romance,
como un hito expiatorio…

Me dispongo
a conectar la piel de lo que transito,
desenrollando lo que he sido,
travesía en rebelión de espejos…

Me disipo entre tus dedos
y la onda que se expande,
se cobra mi retorno;
la cercanía donde migro
supera cada tropiezo
y me das en el gusto, en todo,
dejándome comprender mejor lo incomprensible,
cuando se me revela tu idioma,
como una flecha de plata
y te me hundes en la voz,
dividiendo la sombra;
dejando salir lo eterno,
mientras tu lírico aguijón me inocula su magia…

Te apoderas de mi voluntad
y, en correspondencia con la tuya,
enferma del malabar
que me incrustas,
te comprendo en mi alma…