Recapitulación

Ansiada por tu desembocadura,
ajustas su declive,
dejando su interés pendiente por participar
de la mística caída
que tiende a descubrirme
en la piel testaruda del agua;
en el origen enardecido
de lo casual;
la errancia, en cueros,
de los dialectos, aprendiendo estirpes;
de la épica melodía
que saca de mi lengua, la palabra
y mueve los sonidos a través de los dedos…

Las permisiones de la fortuna
activan la parabólica
para obtener una transmisión increíble,
mientras discurro por tu aliento,
poniendo grafías puras
para que, luego, se hagan defensoras
de mi resplandor;
de la raíz elemental donde nace
lo que me instala, como luz privada
a recolectar la gota gótica
que no se agota de gotear en tu intervalo
y te haga alucinar
anestesiante,
estroboscópica,
implantando la sonrisa protagónica,
aunque sea transitoria,
en tu despertar…

Tu hechizo en mi lengua me transforma
en huella atómica de tu intelecto;
ración atónita para el escéptico
que te habita y dista
del que se deja llevar por mi cadencia;
del que implora que le caiga a versos,
pidiendo más,
toda vez,
cada vez
que el santuario del silencio
me confiesa tu crimen tipificado,
como alevoso y fatal…