Chocada con la dualidad,
al sentir alejándose, del resto,
mis antiguas maneras;
aprendo
de la deriva;
del revés refrescante,
tan irreal,
jamás eludible…
Y sin requerir nada más
que improvisar los movimientos,
tras los cuales
consigo reparar en la virtud oxigenada,
habilito una tregua…
Invoco el vestigio preciado
y acudo al festín de las almas,
propagando la renovación de un silencio
que me exculpa,
moribunda
y donde se muestra,
entero,
el reflejo del cosmos…
Es un folio en blanco
el que responde
y oculta sus colores,
para que sea el empuje del negro
el que los desempolve
y los agrupe,
en mi sien lastimada…
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