Con mis dedos, suelo
machacar lo usual;
trepar la sensación
que se amolda
al mejor lugar de tu lengua
y seducirte la mente,
abriendo la compuerta
al arte de montar lo indomable…
Te hago soltar
la rienda al dirigir la nota parpadeante
que reconoce
mi canción,
como de las buenas;
mis flores estelares,
el asombro de tu corazón
y ver nacer tu sonrisa
al encantarte,
calculando los espacios
que triangulan las pistas
para empezar los nuevos episodios
de esta novela que nos relata…
Es tu luz
melodía global
que descalabra hasta los huesos;
cósmico disparate…
Y te suena haberme conocido,
mientras yo te amo desde antes
de que el verbo nos hiciera coincidir
con su ángulo gratuito;
de que ocurriera el enlace
que sostiene esta vibración en vilo…
Morir del shock eléctrico,
confinándome a tu cuarto oscuro
y verlo deformarse
igual que rieles de agua,
mientras cruzo los túneles instintivos
de la geometría del alma…
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