Me disuelvo en tu lengua,
saboreando la audacia alucinógena,
casi obscena
de lo que creas, inevitable,
una vez recepcionas
lo que descargo…
Me haces precipitar en la grieta
que espía mi ánimo de vuelo,
claraboya trascendental
que me coloca en la punta de la luz rompiente,
cuando tus ojos van tallando mi cuerpo
con un goteo digital
que me cataloga mal incipiente,
siempre increpándome por lo mismo…
Todo se va acomodando
a las prioridades
que encuentran cómo atravesar el ambiente
y hundirlo en la imagen en expansión
para cambiar la relativa visión
de su testimonio,
saludando, agradecida,
el movimiento superior
de los prados del norte
sacudidos,
despercudiendo su noción de esencia…
Serenata lumínica
que brota, demoledora,
de una labranza de formas que encuentra
los retos de saturación, en boga,
para ahuyentar la penumbra,
manteniéndome al tanto de tu estrategia
y, al margen de toda duda,
inducirme el coma,
mientras te miro repartirte entre mis letras…
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