La discordia de las semillas doradas
en mi boca
brotan,
como un rezo maduro,
masticando el hilván de las verdades…
Me nace el juicio decantado,
intempestivo
que se hace torrente puro
de silabas impares,
cuyas perduraciones
son un acápite que desestima lo racional…
Revuelto mi desván,
gira en torno a ondeantes fotografías,
como meditando una excusa
que haga estrenar la tesitura
de esta réplica invaluable…
¿Cómo se supone que te infiltras?
Tus simetrías rescatan
el alarido equivalente;
flotación sobre un decibelio orgánico
en la detección de la magia
que trepida,
vertebrando su atropello…
Me muerde tu silencio, la carne,
contra el que pierde el sentido
y me derrito,
glacial sometido a este cambio cromático
con el que rechinan todos mis lados
y se agita la luz en mi lengua,
mientras se interna el colorido
de tu escenario…
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