El gobierno de tu tacto
se toma mis palabras;
metiéndote en mí,
como un puñado de tatuajes;
mi estado sujeto
a la forma urgente en que me abrasas,
aumenta la respiración;
me da el poder del deleite
y me desmorono,
multilateral,
diversa;
soy la abundancia de tu lengua,
intervenida por tu gravedad incesante…
Despertarme bajo tu aplomo,
me hace recordar la vida;
me la desordenas;
me buscas para morderte
y propagarme por tus ojos,
imponente de chispa;
dispuesta a una reacción catártica,
inextricable
que me conoce,
cuando me hallo bajo tu influencia…
Me asistes y demuestras
el canto de un amanecer anómalo;
sus factores determinan el puente nativo
que me atraviesa hasta tu boca,
estadía que perturba todas mis decisiones…
Me superas en todo;
no puedo contigo;
proliferan átomos y partículas,
creando un aguacero de luz
que me salva
y, con prontitud, pone mis latidos
a un costado de tu sonrisa…
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