Adopto de tu silencio,
el agitado cascabel del sigilo;
su trazo camaleónico,
para que me oigas retratarte
así tal cual,
como erigir un monolito
en todos los templos de cristal,
cuyas sonoridades reprenden al cosmos
de manera sublime…
Me acercas tu singularidad felina
y ya no es opción alejarme;
no me rehúso a cubrirme
de tu perfume de oro;
de la curva asesina de tus manos
que cuartea los desatinos,
ocasionando un tsunami de envergadura existencial…
Aíslas, de mis labios, la sal;
atraes la flora de mi planeta
y me ameritas,
como el agua primordial,
quitándole la noción al tiempo,
deformación que conecta dimensiones
al petrificar sus estallidos…
Soy analogía del final,
como instructivo de tu poética piel;
este delirio de devorar tu magnetismo
es la ordenanza para poderte ser…
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