Tiene tu voz una inflexión escalofriante
que va trepándome;
atrapándome con fuerza;
es el clamor del deseo fundado,
absteniéndose de lo corriente,
mientras me estoy tomando en serio
la opción de perderme
en tu tormenta;
nutrirme de la escandalosa ventisca
que estremece lugar y tiempo…
Me haces catadora de tus espasmos
y el tono que lubrica la luz consciente,
contribuye,
arrebatándole caricias al silencio
y, mi amor fundido a tu pecho,
brota en esplendor,
como rasgo natural;
cómplices del agua en su movimiento inexacto,
espontáneo,
mineral…
Todo cobra sentido cuando me miras;
no necesito camuflar los estallidos
para mantener tu influencia prendida
e irradiar, en conjunto,
un caleidoscopio de esencias…
Libar de tu lengua el gustoso tormento
de la que estoy deseosa
y ser tu perversa regalía,
me hace comprender la empatía,
sin supresiones
y aprisionar en la zona secreta
el acto engendrado,
visceral
que nos muestra en sintonía…
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