cuando te veo venir,
despacio
y siento abrirse el mundo,
mientras desentierras mis tesoros extraviados,
desde los huesos del alma…
Me fijas a tu garganta;
me cuelgas, a la luz del silencio,
el eco de todos los amantes
y me vuelvo
cremosa apetencia;
delicia, derramándose al borde de tus labios
con el toque travieso que acumulo
desde escenarios remotos…
Derramados el uno en el otro,
abrasamos la extinción del horizonte instintivo;
tu huella radiante,
esculpiéndose en mi roce,
me enseña que no existe más vida
que viviéndola contigo…
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