Das lugar a los serpenteos coloridos
que se derraman desde el cielo
y emerge, en un claro de rubíes,
el horizonte, recién extinto;
percibo que la secuencia elástica
está creando la satisfacción
del contexto,
más y más
húmedo y profundo…
La extrañeza de los números en todo,
me exhibe graduada en tu intelecto;
cuerpo geométrico
en un lecho de cristal…
Pulsas la línea
que el suelo hostil define
como la mística comunión de un beso;
mi marea cubierta por tu luz repentina
y el texto muscular,
al saborearme,
rescatan las suavidades intensivas
que resguardo…
La escuela del instinto,
moviendo con delicadeza el espacio,
muerde mis impresiones
que se derrumban,
debatidas y acabadas,
sobre un transversal delirio…
Estoy parada en el borde,
expuesta la escama del vértigo,
mientras logras encandilarme
con el líquido de tu silencio…
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