Me das la ocasión de edificar catedrales
que hagan retumbar los sonidos del cielo
en tu alma;
arrebatarle, a la luz, sus tonos crepusculares,
interpretando el mundo entero
con estas mieles de plata
y subrayar la forma en que lo conocemos…
Tengo la sensación de capturar lo mágico,
en proporción con el éxtasis
de sabernos
y embriagar el alma
con la líquida flor del silencio;
eficaz
poder probar que la pausa condenatoria
no es suficiente,
sino más bien la agonía;
la asfixia que me sonroja
y llena mis alforjas de ilusión…
Macero las onomatopeyas;
hago florecer sus capas sensibles
y destapo mi reacción en cadena,
hasta que los umbrales
nos divisen
y nos den la bienvenida
a esta dignísima pena…
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