El bolígrafo deshecho
avala la tinta de tu silencio,
golpeando el renglón
de mi corazón errante…
Oye el color del cadáver
el respiro de mi cielo
-vestigios del viento-,
cuyas latitudes ciegas
hacen eco de mis falanges…
La voz pulida en el sombra,
sonora, puntiaguda,
alineándose al proceso que me come la sangre,
hace reverberar la tortura…
¡Quien pudiera desbaratar la premura!
El cuero de mi noche
rompe otra vez,
frenando mi alma libre…
Las aves sin locura
soplan palabras sin aire
secando mi herida,
como un látigo que descose mi carne
-carencia abominable-
apartándome de tus pupilas…
Una lluvia salada,
llanto de mi flor,
roto eclipse,
hollando mi resplandor…
(17.11.12)
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