Cabalgo las longitudes de onda
que permean tus manos abstractas,
mientras mueves mi aire
y choca tu luz con mi sombra
al beberme de un trago ese silencio
que coteja la explosión de tonalidades;
conjunción que alberga el placer esencial…
Me enfoca
el umbral ascendente
que afina mi piel a tu toque;
sextil que me vuelve riesgo
paralelo de tu noche;
sensación y reflejo…
Los jardines sinfónicos flotan en el cielo
y el colibrí de mi alma gesta su luz insomne
sobre los flujos alineados
que consolidan la mímesis;
flores blancas y negras
concitan la cuadratura de los astros;
la pulsión incombustible
que arrecia nuestras voces…
Cambiante, como las mareas,
me inhala y exhala tu roce,
lengua humeante que saborea
cada milésima parte de lo que soy…
Protagonizas el plan maestro,
cuyo resorte megaelástico
consolida las policromías aromáticas
de un sobresaliente te amo
con la mismísima expresión
que me abunda, balanceada, en los labios…
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