Te veo
observándome, fijo
y me encanta;
bañar tu lengua en mi numen,
lo busco;
tatuarme en tu mundo;
ser bocado ineludible;
explosión de sabores en tu mente,
mientras me acudes…
Lo noto y denoto que permaneces
seducido por los colores de mi alma;
por este tacto de nube
que te impide resbalar el abismo…
Seguirte concediendo un sitio
en mi alfombra mágica,
es darte oxígeno
y dármelo, también;
sucederte;
primar en tu pálpito:
volverme tu musa;
enamorarte con esta retórica pura
y dejarte contener mi deseo,
luego de frotar la lámpara del cosmos
y que seas prolongación de mi locura…
No parar de hacerte saber lo salvaje
que impera mi pecho,
es fecundarte la voz;
darle sazón
con esta rutina de ejercicios verbales,
atrevimiento que espera
volverte brillante en la exposición
de esta fuente única
que nos comparte…
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