Tu lengua pinta mi espacio
de azules y violetas;
es una cajita de cristal
que concentra las notas del universo;
la configuración esencial
que vibra en mi frecuencia
y canto para ti
mis nubes;
el cielo de mi poesía;
mi tarde y mi noche,
porque siento el toque
de la incontenible pureza al despertar
el estupor de concebir el fin último de la existencia…
Las mordazas del tiempo
ceden a la libre expresión;
presencian el periplo del alma
y sus llanuras revueltas
en la simetría que restituye la incógnita…
Me asombra comprenderme en tu silencio;
perderme en el poder de la agitación perpetua
que nos señala tan cerca…
Estoy trenzada a tu paladar de poeta;
al ritmo claro que transcribe la astronomía
en tu forma de expresar
cuánto de luz nos acerca…
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