Extremadamente ajeno al espejismo,
avanzas;
pareces
atravesarlo todo con tu tacto luminiscente;
satisfacerte ante la agitación
que me mueve
y no reprimo;
meterme en tu silencio;
en el tacto de su gracia transmisora
que somete el gesto mecanizado,
favoreciendo la fricción de los etcéteras;
esa permisión de vivirnos
sin agotar intervalos…
Recortes del tiempo
que, la celebridad de tu mirar,
cantimplora inacabable,
me da de beber…
Puedes ver, mi corazón expuesto,
saltando el cerco de la utopía
y estás viniendo,
mientras el rubor me envuelve,
como noches de cielos brillantes…
Ante el anonimato de una flor
de pétalos parlantes,
me implantas tu cariz aventurero,
severo, en las regiones del alma;
me dejas perpetrar,
entre flamas, el trago puro de lo que eres;
me haces callar estas ansias
con la punta de la hora nocturnal,
picoteándome la mente;
implacable, en tu propósito de
una y otra vez, llevarme a tu para siempre…
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