De los instantes de tu voz,
me quedo con tu lengua…
Dominas el arte de engarzarla
a la distorsión del aire;
urdir perspicacias,
caracoleando
la ruta errante de la carne
y su certeza de cambio y fin…
Te secundan los labios
con su delgado silencio,
escarbando el instante que va a permitir
reclutar la conclusión, desde el principio;
con el que me inquietas y amparas
y la luz se avecina…
Se desdibuja el ahora en curso;
los tiros echados hallan el zarpazo
de las incoherencias vencidas
y, atento,
te vienes para saltar conmigo
a lo próximo,
lo nuevo,
lo eventual;
la eterna cuenta regresiva,
dejándose articular…
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