me llevas al fondo de lo creado,
sitial de sacrificio
donde tu alma gotea su dulzura,
ligeramente,
destilándola sobre la mía…
Me despojas el aliento;
desfilas desde el último vagón
que transporta mis ganas…
Cambias mi realidad
y, si acaso, extinta,
suele recobrar su temblor salvaje;
no caber en alegría
al tono del amor, vibrando,
mientras forjas una pirueta que me hipnotiza,
como señales de fuego,
moviéndose al compás de tu lengua
prometida…
Me gustas tanto y te siento;
me muevo,
imbuida
del fulgor furioso
de tu escritura que impera
y se vuelve acicate de mis ojos…
Despierto tu interés;
me cruzo por tus dedos,
azarosa,
significante
y, tus paneles de avidez,
cuyos esmaltes de oro me rodean toda,
cimbran y trastocan el talante
de las ofrendas de cuero
que te susurran
su anhelosa ubicación…
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