Me cantas,
con un roce ultramarino,
tu sosiego;
me concurres,
como rastro de lo indómito,
impactado por sus rumores masivos…
Me entierro en tu silencio
y descubro la noche,
como un girasol de agua,
cuya avalancha transparente
me arrastra con su sinfonía…
Compones la fragancia metafísica
que recoge mis secretos,
esta vez
y toda vez,
mientras nada y desemboca
la perspicacia de tu instinto…
Escalar tu paraíso de luces reflectoras
no está de más;
eres rumor de aurora
que me deriva a lo alto
y me vas a zambullir en tus lagunas de encanto,
porque haces que no pare de probar
tu desnudez etérea
al mezclarse con mi determinación;
detectar el suspiro latente
la química, actuando entre tú y yo…
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