Eres el buscador del octavo tesoro
y yo, hechicera y profecía,
creando portales;
abriendo universos;
librando,
codo a codo,
incansable,
las batallas de tu pecho…
Soy tu víctima
y tú, catana, cortando mi cabeza;
no me puedo resistir a tanto fuego;
es tan real tu asedio
y tan alta la vibración
con la que descifro el código de tu esencia
que te dejo entrar en la actividad
que me enreda en tu garganta;
desgaste y circunstancia…
Me dejo caer dentro de esa calidez
disuelta en tus manos,
sabiduría que convierte lo poderoso en belleza;
eres la orilla queriéndose arropar
por mi lengua de océano
que, hábil, transita el balanceo vital…
Soy claror del mundo,
eyectado a las lunas de tu insomnio
y ruedo el circulo de polvo
en un frenesí de sábanas,
cuyo despliegue cósmico se desata…
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