viernes, 27 de mayo de 2022

Huso

Apetezco, de tu alma,
la mortal puntada
que nos funde los tejidos,
cuando me libras del peso
y, de algún modo,
tu hilo arabesco se introduce,
bordando un delirio
que me arruina…

Me seduce tu resol de encanto
que no vacila en secuestrarme la vista;
curarme con su oro mullido,
cuando el punto del telar ampara
un fondo de colores
estampado…

Vas enrollando mis hebras nacaradas
en los dedos del aire
para que, al paso por la urdimbre
que es tu verbo,
musiten los libres telares del cosmos,
la madeja que recoge mi lamento,
hilando fuego índigo;
convertirme en un chal de piel,
cuyo entramado cobije tus escalofríos
y te sienta, una y otra vez…

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