Todo el esplendor de la noche
se posa en tu silencio
y retengo su tacto en mis esbozos;
como un lienzo de cristal,
acortando la brecha con tus ojos;
ascua y brillo;
espiga de fuego,
nutriendo el salto mortal al infinito…
Incierta, me acoplo al trayecto
que contrarresta la penumbra;
sepulcros de sal que acumulan
los mejores recovecos…
Te fabrico escenarios que me aseguran
un lugar en tu pecho;
un suceso invariable,
a partir del cual, dejo que te repitas…
Me oyes flotar;
tengo los ritmos inyectados de tu aire;
despiste que genera en cada tramo
la intacta cercanía…
En concreto, la causa, de toda sorpresa,
la convención orgásmica
atendida por tus manos
y el invisible movimiento de tu lengua…
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