me baña, piadosa,
dejándose correr por mis ríos neuronales…
A rebosar se hallan mis dedos,
babeantes de la cinética
de un beat insuperable,
tragándose la prosa del alma…
Desertando las sombras,
se atrincheran;
tu incentivo les gobierna
y, desde el aleteo de mis luciérnagas,
el silencio se dispara…
Te ciernes
como la aurora;
voz cósmica
que derrama su collage centelleante
sobre la tierra;
es el timbre de tu lengua
ambición,
capricho,
locura inmejorable…
Qué necesaria se me hace esta protesta;
exigirle a tus iris el brillo;
la fonética degustación de tu carne,
síntesis mineral…
Y, aquí, sin apatía,
confiarte este amor,
holgado de una claridad
que arde, en simultáneo,
con la momentánea manifestación de totalidad
que experimento a tu lado…
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