Tu acento es aliciente;
color que vulnera mis propiedades;
convulsión de mis falanges;
ardor confuso que me agita
y calcina mi realidad;
me quitas el aire, el sueño, los sentidos
con tus celofanes de oro
que me envuelven con dulzura,
despojada de los atavíos sobrantes…
Dejo que me pases, sin medida;
dos arroyos apareándose
para alcanzar su infinitud;
nos descubre lo telúrico en el rastro de las piedras,
visión del naufragio;
fragata abisal desnudándonos
y aún veo el remolino de pájaros,
proliferando en el ascua compartida…
Me quedo en tus retinas
y tú en las mías;
me puede tu mirada gemela,
virtud mutante en la proyección
que nos arrastra en su nitidez;
epifanía;
fuego y coraza;
tu voz azulada decapita lo imposible
es contemplación, perspectiva, honda creación…
Consigues desbordar mi interior,
abismando la carne de mis baúles,
alimento para deidades;
invicto destilado de nocturnidad;
vorágine de licores,
arrasando la sed de la palabra exhortada…
Detenme en la expresión libre y fragante
que me mantiene llena de amor;
encandilada…
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