Se encumbra mi alma
al juntar la punta de los dedos,
detenernos
y sincronizar el fulgor pulsante
de tenernos;
trenzarme con tu trayectoria;
envenenarte de mi canto…
Me acurrucas en el dulzor de la tarde
al avistar los sueños escarpados;
habilidad de modular poesía,
precipitándonos…
Lo bello se transforma en verso,
jalea lumínica,
corriente de claridad
que crece con la intensidad
de las mareas pensantes;
roscas, soltando el vapor
de la revuelta;
mágica distorsión
en los subsuelos de la carne…
Los planos sensitivos se desbordan,
vehementes
e intensifica la apertura
de lo que me hace tanto bien…
Te cubro de mi abismo;
de todas mis sales ardientes;
te atomizo la cordura
y puedo ver,
que perpetúas el instante,
infinitamente…
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