Socorre la teoría del universo,
la energía pura que fluye de tu nombre,
apresada por la nebulosa que me vuelve incendio
cuando me miras
y, aunque nunca indemne;
jamás ausente,
el ritual de corte lascivo,
va soltando su fragor,
hecho vapor geométrico
para luego lloverme en gozo…
Es que todo me habla de ti,
tu toque merodea debajo de mi piel,
indefectible;
abre ventanas, resbalándome;
la calma resultante me vuelve armonía cuántica;
luz y sal de tus sonrisas;
vengo contigo en la vibración;
en la estación del agua,
donde te sé mi amante;
vándalo de mi eólico tren
con el que te rondo, eterna;
en la tragedia de cada amanecer y atardecer;
el viaje de mi montaña a tu mar,
principio y fin de poderme tener
borracha del deseo
que me hundes, sin tregua;
fuego añil que voy mordiendo
voraz,
como una etapa de tu aliento;
fertilidad embobada;
rasguño que me recorre la espalda
y se desboca en mis poemas…
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