Abres la boca
y te abundan los enlaces celestiales;
la métrica de la creación se divulga,
incansable, en tu retórica,
mientras sigo la ruta contradictoria,
tan humana,
lamiendo el placer
de conectarme a tu espontaneidad;
visión del espíritu…
Me miras y no resisto
caminar por el borde de tu panorámica;
tenderme en ese lecho de plata
con la ilusión, brotando;
siendo avistada por tu silencio más puro…
Tan ameno cobijarme en tus labios;
la luz invertida me quema, suave;
me tatúa tu interlunio…
Me has escrito el corazón con tu saliva,
“Quédate conmigo, alma bonita”, reza,
comiendo incandescencias;
flor suculenta de este sentimiento,
latiendo de por vida…
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