martes, 1 de febrero de 2022

Quebrantada

Vuelve a inclinarse la balanza
en favor de los desesperados,
con su cuota de sangre y ruptura;
de precio amargo;
acercarse la púa a la cuerda
y puntear el réquiem del silencio,
mientras mi mundo se derrumba,
al probar la estrechez del embudo
que ha decretado tu fuga violenta…

Me hago cargo de una afrenta
que me desconoce
al golpear el péndulo el lado oscuro
y mi equilibrio al parpadear,
rengueando en medio de la sombra…

Otra decepción en la opacidad que no distingo;
decoloración del vértice, el debilitamiento del cuerpo
que se quiebra en desolación;
el ruido fantasioso,
deshilachando significancias…

Devoran, mis lágrimas, el rasgo de aflicción
y, sin tener motivo, pruebo el álgido renglón
que cercena las rimas;
un borrón a destiempo…

Huérfanas, de nadie, mis palabras,
cicatrices nacientes,
prueban lo glacial del otro extremo;
errático mi canto amordazado, no crece,
sólo viene a destilar
la nube rota que desteje los instantes del crepúsculo;
el horizonte sin voz, la noche sin encanto…

Estiro en vano el cordón de luz,
aquietado, hasta secarse el músculo;
inútil torniquete;
dónde estás que me desangro…

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