viernes, 18 de noviembre de 2022

Solícita

De ti vengo y a ti me dirijo;
sólo me quedo;
te elijo
y, quedamente, se revela el designio
de las sombras enterradas
entre tu lengua y su agravio;
soltado, en la carne, su atavío,
como un plasma de luz
que descubre los senderos del reparto,
escrito en rojo,
sobre los suelos abisales de mi alma…

Ruedo por el borde de tu hechizo,
aprendiz de mí misma;
me hundo en el laberinto ardiente,
custodiado por tu dragón de agua,
hasta que ignoro el rumbo
de su atropello…

Sólo me entregas la llave,
cuando descubro el acceso
que me lleva
ante esta enorme atracción
en términos de fascinación y magia;
entre sorbos y mordiscos,
como un tumulto de prismas y embalses,
sujetando el placer de la locura pasajera,
mientras la razón equilibra su baraja
al borde del enigma,
sin lograr establecer sus bloques abusivos
ante el aleteo de una larva
y la eclosión de la sorpresa…

No hay comentarios:

Publicar un comentario