La audacia enfrentándose
con esa boca llena de almidón verbal,
crea el hábitat perfecto
para la química
que va aceptar blandir
el noble susurro que me condena
a la densidad de tu silencio…
Es que abres los ojos o los cierras
y, a tu contacto
aerosol,
mis sueños apuestan
por el rigor de cada palabra
para hacerla discurrir, magnificada,
del corazón a la cabeza…
Lo que se piensa del revés,
centra, en la emoción tatuada,
sin declinar,
el timón de gravedad;
la cicatriz del ancla…
Y juro que te creo todo
y te lo creo,
mimando la flor eléctrica
con la que entro en tu alma,
como halo y estigma,
haciendo colgar del trapecio
la enardecida irreverencia,
mutua,
drástica
que nos hipnotiza…
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