La luz que pende
de la punta del diamante,
ejecuta el oro afilado
que traspasa, por completo,
mi atmósfera;
con veloz movimiento,
me la quito,
para colorearte
la alegría de las alas abiertas
de una mariposa…
A diario,
recreo el sentimiento
y traslado su sed y convulsión
hasta tus ojos;
te mojo de su condición vulnerable,
hablando, apenas,
para hundirme, por completo,
bajo la tímida reacción de tu semblante…
Como un farol
y su gentil balbuceo,
mi lengua se involucra
con el atisbo que oculta tu toque
y la tónica de subversión
con la que me desborda,
tratando de contenerla,
mientras se sale la noche
de tanto silencio…
Te visto de mis aguas morenas;
te baño de mi piel
y desperdicio palabras,
mutilando la sombra,
que mengua bajo tu apremio…
Salvo tu percepción
con lo irregular del camino
al tragarme el horizonte
y hundir mis dedos en la otra dimensión
que me funde contigo…
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