Al margen de sentir lo que siento,
pulverizando fragmentos,
te medito;
escucho el acto impredecible
que enmudece el alma,
sirviéndose de tu silencio
para romper, en mi lengua,
un secreto de piel…
Tremendo prestigio
el caer a tus pies;
aproximarme al sitio,
donde llevas a cabo tu crimen,
tan perfecto al conectar la esfera
donde te toco,
memorizando tus tatuajes…
Nada sobrio, el culmen, se exhibe;
se relame los labios
del arduo y confuso instante
en un relieve de horas difuminadas
y, acorde a ti,
me hago acorde del festín
en la líquida ruptura
que aguarda
para saber lo incurable
de saberte portar,
adaptándome a tu figura
y abarcar el lado opuesto,
hasta llenarme de toda tu humanidad…
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