Me imaginas,
batiendo tu lengua;
haciendo gala de un maridaje
que, sin especular,
acierta amalgamar las peculiaridades
de cada uno…
Me incorporas a tu esencia
y transmuto bajo tu presión incomparable,
emulsión de polvo y gas,
etéreo gel,
dulzura que gotea sin más metáfora
que la chispa;
perla de agua, colgando de tu piel,
bondad del cosmos,
cremosidad instintiva…
Súper rico extraer lo espontáneo
de tu paladar cosmopolita;
airear su fuego escarchado,
mientras conservo, en mi boca,
el sabor de tu alma
convertida
en espuma flotante,
saboreada por la completa seducción
de formar parte de todo desquicio
y quedar inmersa en un trago de ensoñación,
sólo contigo…
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