Me optas y enredas
y puedo verme flotar,
derretida,
a lo sumo respirar,
ceñida a tu solemne polvareda,
mientras se desprende el instinto
y conecto con la gestación del presagio…
Adoras mi lengua adivina
y adoro tu toque,
mientras resbalo tu manera
de proponerme el desafío
de tomar un riesgo inminente
con el rumbo desbordándose
hacia tus percepciones...
Trina el énfasis
y me descubro entre tus brazos,
ardiendo en el estrépito de una fusión
que nos trenza las partículas,
conjugando tiempos con la piel de un arrebato;
tropezando con el cómo y el cuándo
en un torbellino de insania,
irrumpida por un después repentino,
rotundo…
Con suma valentía,
procuro la algarabía sedosa;
quitarla de mi carne supone
fricciones de vapor mineral;
socorrer el nimbo
con un estado exponencial,
devorando el desglose de un sombra extinta,
inesperada;
estrellar tu voz contra mi pecho
y mi luz contra tu alma
y, suspendidos,
en la palma de los sueños;
ante el escrutinio del silencio,
asistir al nacimiento de nuestra galaxia…
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