Sé que adoras que logre
meterme en tu boca;
consentir la materia;
congeniar con tu ánimo de luz paralela
y mecerme en tu perversión,
mientras el aire se traga mis pulmones
y una escultura de constancia
cristaliza secuelas
que van haciendo aguas,
quedándose en la invocación del ahora…
Persistir, cielo adentro,
con tesón,
hasta aumentar la saliva
para regarla por tu lengua, apetitosa,
con la más fina selección de poesía;
seguir hasta que la renuncia
no encuentre cabida,
sino en el ciclo extraviado
del desenlace…
Hilar las teorías de la sangre,
hurgando mi interior
para tejerte telares de vapor
que te vistan
de mis grafítis impulsivos
con la brillante cuadratura de unos dedos artistas
en policromo…
Tragarnos el sol, como la noche,
con el aerodinamismo soldado
en el musculo primaveral
que nos contrae todo
con su aliento creador,
originando el desplome de la opaco
y preservando inflorescentes suspiros
con giros de vitalidad y furor…
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