Me da gusto encauzarte
por el curso de mi intensidad;
ser el paradójico canal
que se desate
al compas de tu respiración,
conciliando estrategias
para idear la nación de tu agrado…
Te amoldas;
te hundes y ahogas
en la violencia del despertar
y su embriagante fogonazo,
mientras quemo el papel
que entero de tu nombre escrito,
atosigado,
como la luz pomposa,
mientras surge la miel del delirio;
la pedagogía de tu silencio…
Ahueco el sentido,
facilitando remontar el contexto
para lo incalculable
y elevarme por encima del sonido,
hasta clavarme en tu pecho…
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